jueves, 12 de julio de 2007

El encarcelado (Part. 2)

Cuando me desperté, por el ruido de el vigilante, aún era de noche. O por lo menos eso es lo que yo estimaba.
El viejo vigilante precató mi estancia. Y puso los ojos como platos.
-Hijo, menos mal que te has despertado. Creíamos que estabas muerto.
-¿Pero qué ha pasado? -estar en esa cárcel de pacotilla era cada vez más raro.
-Cuando el comandante Ray te trajo la comida y tú te la comiste, al cabo de un minuto te desmayaste. ¿No lo recuerdas?
-No la verdad es que no.
Él se sentó en la silla, como para descansar.
-Señor Jim, -proseguí yo -Yo soy inocente, el verdadero culpable del asesinato es Ray. Él me culpó para quedarse cn la herencia del emperador.
-¿Te refieres al comandante Ray? - me preguntó el guarda, con rubor.
-Sí, fue él. Por favor, Jim, créeme. Yo nunca haría algo así. Además, tengo un barco que tripular, no lo puedo dejar sin capitán. Incluso me ha querido envenenar en la comida.
-No sé qué decir. Se me hace raro imaginar que el comandante Ray hiciera algo así.
-Haz lo que quieras pero que sepas que no fui yo. -con esto terminé la conversación.
Jim se quedó pensativo, dudando de que si lo que le había dicho era verdad o no.
Pasaron los días, y perdí la cuenta. No salía de mi celda. Me llevavan la asquerosa comida, y nunca podía salir al patio, como los demás presos. Mi único enteretenimiento era es señor Jim, que la mayoría del tiempo estaba dormido.
Pero un día la puerta grande se abrió. Entraron dos policias con un hombre.
El hombre se resistía, pero al final lo metienron en la celda mas cercana a mí.
Acto seguido, se fueron, dejándonos a oscuras.



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