domingo, 8 de julio de 2007

El encarcelado (Part. 1)

Lo único que se oía eran las gotas cayendo del techo. La celda estaba húmeda y oscura. Los barrotes de la puerta estaban oxidados. Yo, sentado en la "cama", según como le llama el guarda que vigila el recinto. En realidad, es una especie de madera con una fina manta.

Creo que no tengo compañero de celda. Las otras tampoco muestras singnos de que las habiten.

Estoy impotente. Me metieron en esta cárcel, sin yo haber hecho nada. Lo malo es que sé quién lo hizo, y, aunque no me crean, juro ir a por ese tirano.
Se abrieron las puertas que comunicaban al exterior. Apareció un hombre con uniforme.
-Hombre, Bob, que alegría verte por aquí -me dijo.
-Que buen disfraz te has buscado, Ray. Mira, no se como te atrevas a venir aquí, después de culparme de el asesinato que tú habias cometido.
-Ya ves, esas son las cosas.
-Vete. No quiero que estés un minuto más contaminando mi celda. Aunque ésta lo será por poco tiempo.
Con esas palabras mías, Ray, el que en realidad mató al Gobernador, y, después cobró su fortuna, se encaminó a la puerta grande, y salió.








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